«PÚDRETE»
Lunes 7 de abril, 10:25 P. M., manejaría 23 minutos hasta la zona donde vivo, no encendí el radio, me puse el hands free por si me llamaban al celular, tomé la avenida más cercana, equivocada, corregí el rumbo y me puse a pensar en lo que había ocurrido.¿Es posible que tan increíble potencial se consuma sin dejarse ayudar? Tan pronto se levantan vuelven a caer y así cada vez más hondo. Pensé que tal vez sea porque la coca no es la peor de las drogas sino el orgullo acompañado de hipocresía, alienación y vergüenza.
Hipocresía de mostrar lo ajeno como propio, alienación de seguir arquetipos insignificantes y vergüenza del eventual escrutinio público. Nadie nace lleno de orgullo, arrogancia, vanidad y engreimiento, no es congénito ni hereditario sino que se adquiere con práctica y dedicación.
Mi «púdrete» despiadado tal vez mejor resume mi incompetencia grande lo que la literalidad del speech completo no conseguiría. Aunque qué otra cosa podría hacer para frenar el descalabro en curso. «No se comete un error dos veces porque la segunda vez decides cometerlo».
La entrada a la vía expresa de Paseo de la República es el aviso que he recorrido más de la mitad, debo de apurar la reflexión, acelero a más de 120 Km/h, no, apurar el auto no. Bajo a 80 km/h
Aunque todo lo puedo hacer no todo conviene (palabras del apóstol San Pablo). Es necesario atar y desatar, unir y desunir, aflojar sí, siempre, pero a cambio de resultados, de otra manera, por qué.
«No aceptar tus errores es el primer paso para cometer muchos más»
He llegado. Cierro el contacto. Saco la llave. Debo de bajar del auto.
Para la verdad, tiempo.
Dedicado a mi amigo Lorenzo Ortiz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario