miércoles, 16 de abril de 2014


NO, OTRA VEZ NO
Con la cabeza erguida y la vergüenza al hombro, sollozando en silencio, en la soledad que la multitud permite, su mirada buscaba fuera del bus algo de magia, una explicación, un argumento para contar dentro de unos minutos por qué había vuelto a jalar en ese curso; tiempo perdido, tanto esfuerzo inútil, y lo peor, la esperanza de un mañana diferente otra vez perdida entre la ilusión y la fantasía.
Podría ser porque el punto de partida no es el mismo. La mayoría de chicos llegaron a estudiar con mejores fundamentos. Lo previo cuenta, es como el entrenamiento en un deportista o como el acondicionamiento físico anterior a la técnica. Los ingenieros lo pueden entender mejor porque la más profunda y robusta cimentación se construye para los edificios más altos.
Esta vez le faltó poco, cuánto más era necesario estudiar, dormir, o qué otra cosa, o es asunto de método. A otros parece que la clase les basta, más una repasadita porque todo comprenden y ya, no necesitan más. – ¿Tendrán algo que ver los genes? Participar en el aula es complicado porque si sabes te hacen bullying y si te equivocas peor, ni modo, no vale levantar la mano. Bueno, también que en la última confusión ni Confucio hubiera podido ayudar. Así que en adelante, caleta nomás.
Pensó que en lugar de estudiar en las madrugadas y estar con sueño todo el día, sería de probar a estudiar en las noches. Le dijeron cuando estaba postulando a la universidad que «a quien madrugada Dios ayuda» pero parece que esto no le funciona, o tal vez olvidaron decirle que un poco de café a media mañana y media tarde te levantan hasta terminar el día.
No puede ser – dijo – mientras su subconsciente cual disco duro terminaba de transferir la información a su memoria activa. Eran las palabras de alguien a quien no quería recordar pero tampoco podía olvidar: «No por mucho madrugar amanece más temprano. Estrategia, disciplina, persistencia»
Suspiró, se limpió con la mano el rostro, caminó los últimos metros hacia la puerta, tocó, y con su sonrisa preciosa dijo: «Hola, qué tal todos, ¿tuvieron un lindo día?»


Dedicado a mi amigo Enrique Valderrama.

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