¿CUÁL ES EL MEJOR TRABAJO?
Agradezco a la entidad pública que fue mi primer trabajo siendo alumno universitario, porque aunque nunca fui practicante eso no fue problema, y con menos de dos años de experiencia me pusieron al frente de un task force para desarrollar un sistema de información gerencial que se convirtió en mi tesis.
Seis meses antes de graduarme me llamaron para dictar “Seminario de Desarrollo de Sistemas” y luego “Teoría de Bases de Datos” y “Técnicas de Programación”; lo diferente es que era una empresa privada.
Me pagaban más, no tenía funciones, plazos ni metas, me sentía cómodo.
Dos años después gané un concurso para ser profe en una universidad nacional –otra vez entidad pública– y la sobrecarga de trabajo se reflejaba en la “multiplicidad patronal” de mi registro en la seguridad social. No podía seguir en tres empleos a tiempo completo y decidí renunciar a mi plaza de empleado público nombrado y a aquella universidad nacional cuando me ofrecieron ser jefe por primera vez en mi vida. Luego vino el remordimiento por abandonar el servicio al Estado.
“Quiero enseñar en la Universidad Nacional de Trujillo”, le dije a mi jefa, graduada con honores en ESAN en aquellos tiempos cuando el grado lo recibían de manos del presidente o del ministro de Educación. No supe qué responder cuándo me preguntó ¿Por qué? Le conté el rollo del primer párrafo y me terminó así: “Haz patria donde estés, no importa quien sea el dueño, trabaja para que esa empresa sea grande y tú seas jefe en esa empresa más grande; deja de llorar por no estar ahí y disfruta estar con nosotros, aquí quiero ver de qué estás hecho”. Era 1° de mayo de 1993.
Dedicado a Adriana Doig Mannucci.
No hay comentarios:
Publicar un comentario